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Recital de Piano 1: Ruso – Wagner

Recital de piano.
Joan Manau Valor, piano

Primera Parte

(La primera parte será interpretada toda seguida sin interrupción)

Pensamiento súbito Op. 28………………….. Ivan Laskovski (1799-1855)

Mazurka………………………………………….. Mijail Glinka (1804-1857)
Nocturno Op 69 No 2…………………………. Anton Rubinstein (1829-1894)
Canción sin palabras Op 40 No 6…….. Piotr Txaikovski (1840-1893)
Bagatela Op 53 No 1………………………… Anatoli Lyadov (1855-1914)
Preludio Op 40 No 3…………………………… Anatoli Lyadov
Declaración íntima Op 23 No 5……………. Genrikh Pakhulski (1859-1921)
Canción triste Op 28 No 1……………………. Vladimir Rebikov 1866-1920)
Bagatela ………………………………………… Nikolai Cherepnin (1873-1945)
Lamento Op 3…………………………………… Alexander Grechianinov (1864-1956)

Vals……………………………………………….. Alexander Griboedov (1795-1829)
Vals de la cajita de tabaco……………….. Alexander Dargomizhski (1813-1869)
Muñequitas, títeres españolas………………. César Cui (1835-1918)

Elegía…………………………………………….. Sergei Rachmaninov (1873-1943)
Estudio Op 72 No 2……………………………. Moritz Moszkovski (1854-1925)

Segunda Parte

2013 año Wagner.

Franz Liszt (1811-1886), transcripciones para piano de obras de:

– Franz Liszt.
Die Loreley

– Richard Wagner (1813-1883)
Elsas Traum (Lohengrin)
Ballade von Senta (El Holandés Errante)
O du mein holder Abendstern (Tanhäuser)
Einzug der Gäste auf Wartburg (Tanhäuser)

Primera Parte

Cuando se habla de música rusa, siempre nos vienen a la memoria los nombres de Txaikovski y el Grupo de los Cinco, de entre los cuales los más conocidos son Rimski-Korskov y Mussorgski. En realidad, hay muchos más compositores en los siglos XIX y XX que muestran la gran riqueza de la música rusa.

La filosofía, la política, las artes, en Rusia siempre se han debatido entre dos grandes corrientes, los eslavistas y los proccidentales. Se trata del eterno debate entre los que buscan la esencia de Rusia sólo en la propia tradición y los que creen que el país tiene que occidentalizarse. Es decir, el debate entre si Rusia tiene que mirar más hacia Asia o hacia Europa, con todos los matices que puede haber entre ambos extremos.

El Grupo de los Cinco (Rimski-Korsakov, Mussorgski, Borodin, Balakiriev, Cuí) son el máximo exponente de los compositores que buscaban las bases de su música en las raíces populares del pueblo ruso. Por el contrario, el máximo exponente de la corriente occidentalizadora es Anton Rubinstein. Considerado uno de los mejores pianistas de su época y muy influenciado por F. Liszt. De hecho fue Rubinstein quién fundó el Conservatorio de San Petersburgo, el más antiguo de Rusia y junto con su hermano Nicolai impartían clases de piano poniendo las bases de la gran escuela de piano rusa, considerada la mejor del mundo.

El Grupo de los Cinco animados por Glinka y Dargomizhski, también estudiaron en el Conservatorio pero eran más libres a la hora de componer, siendo el más formado académicamente de todos ellos Nicolai Rimski- Korsakov.

Txaikovski es el más internacional y el más ruso de todos los compositores y a la vez es quien mejor sintetiza las dos corrientes musicales y filosóficas. Txaikovski seguramente debe su gran popularidad al hecho de ser la síntesis perfecta entre la tradición académica y a la vez tener en cuenta la tradición y las raíces populares en sus composiciones.

Otros compositores de este programa son: Laskovski y Griboedov, ambos anteriores a la corriente musical nacionalista eslava. El primero interpretaba sus propias obras en recepciones de la nobleza. Trabajaba en el servicio de Inteligencia del ejército imperial ruso. Griboedov era diplomático de carrera y sólo se conservan dos valses de toda su obra musical.

Lyadov era alumno de Rimski-Korsakov, compositor de piezas muy cortas de estilo muy cercano a Glinka y Borodin.

Pakhulski y Rebikov, especialistas también en la composición de miniaturas, interpretaban sus propias obras.

Glinka, está considerado el padre de la música rusa, destacando su aportación capital en la ópera.

Cherepnin, alumno de Rimski-Korsakov y profesor de Prokofiev, en el Conservatorio de San Petersburgo.
Grecháninov, también fue alumno de Rimski-Korsakov. En 1939 estableció su residencia en Nueva York, manteniendo siempre las raíces culturales de su país de origen.

Cuí, miembro del Grupo de los Cinco, destacó para implementar y difundir las ideas musicales de este grupo de compositores del nacionalismo musical eslavo.

Moszkovski era polaco y formado musicalmente en Alemania, aunque en aquel tiempo Polonia formaba parte del Imperio Ruso.

Rachmaninov, es uno de los gigantes de la música rusa de todos los tiempos. Su estilo de composición estaba muy influido por Txaikovski. Estudió en los conservatorios de San Petersburgo y de Moscú. En 1918 fue a vivir a los Estados Unidos y no volvió nunca más a Rusia, pero durante la segunda guerra mundial hacía conciertos para recoger fondos para el ejército soviético. Su música es un reflejo del sufrimiento personal y la nostalgia de no vivir en Rusia.

Las dos corrientes estilísticas y de concepto en el fondo comparten el sustrato de la cultura rusa que no se puede entender sin la eterna dialéctica mencionada anteriormente que conforma una sola realidad. Y los dos estilos comparten una base de sentimientos muy rusos, pasión y nostalgia. Esto queda perfectamente reflejado en una escena de la novela Guerra y Paz de Lev Tolstoi donde la condesa Natasha Rostova se siente de golpe atraída por el ritmo y la belleza de un baile popular ruso y se añaden una fusión de dos mundos completamente diferentes: la cultura europeizada de las clases superiores y la cultura rusa de los campesinos. Tolstoi nos muestra que por mucho que hayan sido educados en el extranjero, en el más profundo de su corazón un ruso siempre es un ruso.

Joan Manau Valor

Segunda Parte
La transcripción y paráfrasis de obras escritas originalmente para otras formaciones instrumentales y –especialmente- vocales constituye un capítulo importante del repertorio pianístico de todos los tiempos, si bien fue a lo largo del siglo XIX cuando lograron una relevancia singular, dando origen a realizaciones que conseguían evocar con singular elocuencia las calidades y el poder expresivo de sus originales. Arreglos y transcripciones cumplían inicialmente dos funciones modestas pero a la vez determinantes para la difusión de las grandes obras musicales, que de este modo llegaban a otros circuitos, acercando a un público más amplio obras que por su envergadura y exigencias resultaban más difíciles de programar fuera de los centros musicales más importantes. En segundo lugar, el buen aficionado, dotado con ciertas habilidades como pianista, podía disfrutar de las mismas y se las podía hacer suyas, sin abandonar la intimidad de su salón. No olvidemos que esto sucedía en tiempos históricos diferentes de los actuales, cuando la música circula con una rapidez prodigiosa y es al alcance de cada vez más gente gracias a todo tipo de avances técnicos, y también a los progresos realizados en la educación general de sectores cada vez más amplios de nuestra sociedad.
Las transcripciones y paráfrasis operísticas participan de las dos categorías mencionadas. Pero en ellas esta funcionalidad primera y esencial se asocia a menudo a un desarrollo muy importante de la escritura virtuosística, aspecto que logra una dimensión verdaderamente trascendental cuando hablamos de las realizaciones de Listz en este terreno, protagonista de un despliegue inaudito del riquísimo potencial del piano. Pero este aspecto no agota la significación de estas piezas, surgidas de la pluma de uno de los compositores más grandes de su tiempo, que ilumina sus originales desde la perspectiva que le confiere su fuerte personalidad creativa, y a la vez se muestra como una figura particularmente receptiva y generosa hacia el trabajo de algunos predecesores –ver Schubert- y muchos de sus coetáneos. Acontecen especialmente destacables, en este sentido, las introducciones y transiciones introducidas por el propio Liszt, que ponen de manifiesto el extraordinario conocimiento de los textos originales y su capacidad de atrapar la esencia en unos pocos compases, a veces en muy pocos acordes. Cómo sucede en toda la música de primer nivel, estas obras no sólo ponen a prueba la madurez técnica del intérprete, atento al lucimiento virtuosístico y al trabajo del sonido en toda la escalera de recursos y colores que ofrece el piano, sino también, y en una medida no menor, sus capacidades y virtudes expresivas.
El presente apartado del programa se abre, con buen criterio, con una página del propio Liszt, Loreley, que transcribe y desarrolla de forma muy imaginativa y vehemente una de sus canciones, y que nos recuerda, oportunamente, la originalidad del lenguaje armónico, y el carácter visionario de algunos hallazgos de quien acontecería con el tiempo padre político de Wagner. Sigue a continuación una selección de piezas de Wagner, con páginas tan emblemáticas como el “Sueño de Elsa” de Lohengrin y la “Balada de Senta” del Holandés Errante, que saben coger de forma admirable el universo poético y sus climas expresivos contrastantes respectivos, a los que siguen “Oh, dulce estrella del crepúsculo” y “Entrada de los invitados al Wartburg”, ambos procedentes de Tannhäuser, y que transpiran un maravilloso y arrebatador lirismo, no en balde Baudelaire sucumbió bien pronto a la embriaguez y suspensión de la voluntad que parecen derivarse. Obras todas ellas, conocidas también como las óperas románticas, que podemos contar entre las primeras realizaciones verdaderamente personales de Wagner, pero que anuncian ya en su grandeza lo que acontecería uno de los legados más extraordinarios y impositivos del genio romántico alemán.
Benet Casablancas Domingo

JUAN MANAU VALOR

Piano

Juan Valor nació en Sabadell, donde inició los estudios musicales con Adolf Cabané en la escuela Municipal de Música de Sabadell y posteriormente acabó en el Conservatorio Superior Municipal de Música de Barcelona con el maestro Josep F. Pagés. También recibió clases del pianista inglés Charles Spencer en la vertiente de interpretación de Lied.Trabajó las canciones de Eduard Toldrà con Narcís Bonet y las canciones de Enric Granados y Segei Rachmaninov con Alícia de Larrocha.

Ha actuado y colaborado con los cantantes Dalmau González, Àngel Òdena, Ofelia Sala, Mireia Pintó, Montserrat Torroella, Rosa Mateu, Elena de la Merced López, Miki Mori, Rosa Nonell, Imma Sampedro, Milagros Poblador, Ramon Gener, Liudmila Kotzeva y Alfredo Heilbron, entre otros.

Ha colaborado con diferentes directores de orquesta como Ivan Anguelov, Albert Argudo, Salvador Brotons, Bertrand de Billy, Luis Antonio García Navarro,  Federico Garcia Vigil, Xavier Joaquim, Miquel Ortega, Javier Pérez Batista, James Ross, Miguel Roa, Vittorio Sicuri, entre otros.

En el ámbito de la cultura popular y tradicional catalana ha dirigido diferentes “coblas” en actuaciones de ballets a cargo del Esbart Sabadell Dansaire y en 1983 fundó la Cobla Sant Jordi ciudad de Barcelona.

En 1979 ganó el tercer premio en el concurso de piano para jóvenes intérpretes organizado por Juventudes Musicales en Vilafranca del Penedès y en 1991 ganó el tercer premio en el concurso de composición organizado por la Generalitat de Cataluña.

Miembro de la Junta de Juventudes Musicales de Sabadell, en una primera etapa como asesor musical del 1995 al 1997 y posteriormente como vicepresidente segundo y asesor musical de 1997 a 1999.

Desde el año 2006, presidente de la Fundación Benèfico-Privada Barnola-Vallribera Sant Josep.

Desde el año 2012, Patrón de la Fundación del Real Monasterio de Santa Maria de Poblet.

El 2015 ha grabado un doble CD de 95 danzas tradicionales catalanas armonizadas al piano por el maestro Manuel Oltra.

Actualmente es profesor del Conservatorio Municipal de Terrassa.